Estaba preguntándome la razón por la cual a estas alturas de mi vida no estaba ya forrada o como poco con un «riñón abrigado» que diría alguna señora mayor que conozco. A ver, este gremio no es para forrarse ni tirar cohetes pero tampoco es para vivir al día o menos que al día. Y he descubierto la razón y se resume en una frase:
Oye, Mabelina, ¿podrías echar un vistazo a esto que estoy haciendo y que no tengo ni idea y tú te lo ventilas en un minuto?
Una frase tan sencilla incluye muchas trampas. Demasiadas y encima con una carga emocional que te pone en una tesitura desagradable que es la de decir o bien que NO o bien poner un precio a tu tiempo. Por no hablar de lo irrespetuoso que es para el resto de clientes que sí te pagan.
Ojo que yo también he estado en el otro lado pero con el tiempo vi la luz.
Hay grandes lacras para esta profesión y son desde el «rebájame el precio que total eso para ti no es mucho» al «amiga, hazme un favor».
Desde hoy anuncio un precio especial para mis amistades, a las que adoro y parte de una premisa clarísima: